JAMAS LA LIBERTAD SE GANÓ EN LAS URNAS - LOS BIENES MAS PRECIADOS SON LA VIDA Y LA LIBERTAD - EJERCER EL PODER CORROMPE, SOMETERSE AL PODER DEGRADA (BAKUNIN) - SINDICATO OFICIOS VARIOS CNT-AIT PUERTO REAL - LA EMANCIPACION DE LOS TRABAJADORES SERÁ OBRA DE ELLOS MISMOS Ó NO LO SERÁ-

viernes, 2 de mayo de 2025

JOSE NAVARRO MUÑOZ



José Navarro Muñoz

El 28 de abril de 2007 muere en Viladecans (Baix Llobregat, Cataluña) el militante anarcosindicalista José Navarro Muñoz, también conocido como Pepe Orto. Había nacido el 12 de julio de 1916 en Navas de la Concepción (Sevilla). Sus padres se llamaban Francisco Navarro e Isabel Muñoz. Huérfano de padre cuando tenía tres años, dejó la escuela a los siete para trabajar de pastor y desde muy joven se afilió a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).

Cuando las tropas fascistas ocuparon su pueblo en 1936 marchó a Madrid, enrolándose en la «Columna del Rosal»; con la militarización llegó a sargento y combatió en distintos frentes. Tras la derrota se exilió en el norte de África (Casablanca) y terminó en las compañías de trabajo en Bouafa y Bechar hasta diciembre de 1942; al año siguiente trabajó de lavavajillas en Oudja y después se trasladó a Casablanca.

Cuando terminó la II Guerra Mundial marchó a Francia a mediados de 1946, residiendo en Toulouse hasta febrero de 1947. Después de un tiempo, pasó clandestinamente la frontera para luchar contra el franquismo y durante un año hizo de camarero en Sevilla, al tiempo que intentó reconstruir la CNT en la capital andaluza. Huyendo de una redada policiaca, se marchó a Madrid, donde trabajó en la construcción. El 24 de mayo de 1948 asistió a un Pleno de Regionales en la Casa de Campo y poco después fue detenido.

miércoles, 30 de abril de 2025

CANCION DE CUNA PARA UN ANARQUISTA


lunes, 28 de abril de 2025

1º DE MAYO



1º DE MAYO

El camino de la emancipación obrera está lleno de sangre, de sudor, de tortura y prisión, de lágrimas y de muerte. Ni un solo logro y derecho consolidado por los trabajadores le ha sido regalado nunca por nadie a la clase obrera. El lema fundamental de la Asociación Internacional de los Trabajadores (A. I. T.), desde el momento mismo de su fundación en 1864, ha sido: “La emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos, o no habrá tal emancipación”. Quien renuncie a comprometerse con esa liberación está forjando sus propias cadenas, y también las que encadenarán a sus hijos y a los hijos de sus hijos.

El Congreso Obrero de Canadá y Estados Unidos de 1885 acuerda la fecha de 1º. de Mayo de 1886 como día de huelga general para enarbolar las justas reivindicaciones anuales, que, entonces eran las de “las tres Gracias”, ocho horas de trabajo, ocho de descanso y ocho de ocio y cultura. Los internacionalistas Parsons, Fielden y Schwab dan un mitin ante 25.000 obreros, otro más el día 3, donde Spies explica las razones de la huelga. Se abuchea a algunos obreros esquiroles a la salida del trabajo. Interviene la fuerza pública. Terror y huídas. Aquella noche, se hicieron asambleas en el Lehr- und- Wehr -Verein (Centro para la Enseñanza y la Defensa) para analizar la situación y se editaron 20.000 ejemplares del manifiesto ¡Trabajadores, manifestáos con toda vuestra fuerza! El día 4, los mítines se sucedían uno tras otro.

El gran acto se celebraba en Haymarket. Hablaron Spies, Parsons y Fielden. Estaba terminando este último, cuando 200 guardias avanzan con las armas dispuestas. Estalla un petardo, caen varios agentes, descargas cerradas, las calles cruzadas por las balas... Se detuvo a los ciudadanos a voleo, se forzó la entrada en domicilios, los oradores fueron a parar a prisión. La Prensa, siempre del poder, se despacha a gusto: En The New Tribune, se lee: “A gente que pide más jornal y menos jornada hay que recibirla con bombas de mano”. El New York Herald manifiesta: “Los trabajadores deberán contentarse con jornales más bajos y jornadas más altas. Deben resignarse a la suerte que Dios les reserva”. Escribe el Chicago Tribune: “Para un vago harapiento, la mejor comida es una carga de plomo en el estómago”. Los testigos de cargo, en el juicio contra los detenidos, son malhechores comprados para que depongan en contra de los acusados, y por fin el 20 de agosto de 1887 se dicta veredicto: condena a muerte para Spies, Fischer, Engel, Parsons y Lingg. Fielden y Schwab fueron condenados a cadena perpetua, y Neebe a 15 años de prisión. Lingg se suicidó en la prisión la antevíspera de la ejecución, que se produjo por ahorcamiento en la persona de los otros cuatro, el 11 de noviembre de 1887.