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HISTORIA DE LA AIT (Asociación Internacional de Trabajadores)
En 1864, con ocasión de una exposición internacional en
Londres, obreros ingleses y franceses se reunieron en la sala San Martín con la
idea de realizar la unión estrecha entre los obreros de todos los países. Se
formó un comité con la misión de redactar un programa y los estatutos para la
Unión internacional. Como miembro de ese Comité fue elegido, entre otros,
Carlos Marx, que tomaba parte en los trabajos de la Unión El primer congreso
internacional regular tuvo lugar del 3 al 8 de septiembre de 1866, en Ginebra.
En aquel congreso quedo constituida definitivamente la organización
nternacional, que adoptó el nombre de Asociación Internacional de los
Trabajadores (A.I.T.), A la cabeza de la A.I.T. ,se hallaba el Consejo General,
cuya misión era asegurar el lazo de unión entre las diversas secciones de la
organización.
Como objetivo de la A,I.T., el programa especificaba la
emancipación económica de la clase obrera. Los estatutos dejaban a cada sección
una completa independencia, así como la libertad de entrar directamente en
relaciones con el Consejo General. El segundo congreso tuvo lugar en Lausana,
del 2 al 7 de septiembre de 1867. En el tercer congreso ”celebrado en Bruselas,
del 6 al 13 de septiembre de 1868, fue designada la huelga general como el único
medio de impedir la guerra y de asegurar la paz. El cuarto congreso se celebró
en Bruselas, del 6 al 13 de septiembre de 1869. En ese congreso empezaron las
grandes discusiones entre Marx y Bakunin. El primero preconizaba el
centralismo, el parlamentarismo y la acción política como medios de lucha. El
segundo predicaba el antiestatismo y el federalismo. Fue en ese congreso donde
se vio por primera vez el gran éxito de la idea federalista y la importancia de
las uniones obreras. Allí fue donde se afirmó la idea de la anulación del
Estado y de reemplazarlo por las uniones de productores. Los comienzos de
Bakunin en la Internacional fueron un éxito, así como la influencia creciente
del ala antiautoritaria, federalista. Esta era peligrosa para Marx y sus partidarios.
Entonces empezó todo un juego de intrigas contra los federalistas que llegó a
la disolución de la sección de Ginebra. La sede del Consejo General se hallaba
en Londres y estaba bajo la influencia de Carlos Marx. En 1870 no hubo
congreso, a causa de la guerra. En 1871, el Consejo General convocó en Londres,
una conferencia cerrada, a la cual fueron invitados y estuvieron presentes
sobre todo delegados partidarios de Marx y del Consejo General. .
Los belgas, los españoles y los italianos se inclinaban, con
Bakunin, hacia el federalismo. Las organizaciones del Jura no estaban presentes
en la conferencia. La invitación fue hecha de tal forma que los partidarios del
Consejo General se hallaron en mayoría. La conferencia fue utilizada por Marx
para declarar obligatoria la acción parlamentaria, rechazada por el lado
latino. Eso aconteció por medio de la votación y la adopción de la resolución
siguiente:
Visto que el proletariado, como clase, no podría alzarse
contra la violencia colectiva de las clases poderosas de otra manera que
constituyéndose en un partido político particular, en la lucha contra todos los
viejos partidos de las clases burguesas; que la constitución del proletariado
en un partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la revolución
social y de su objetivo final, la abolición de las clases; que la unión de las
fuerzas de los trabajadores, que fue ya lograda con ayuda de las luchas
económicas, tendrá que servir también como palanca para las masas de esta clase
en su lucha contra el poder político de los explotadores, la conferencia
declara a los miembros de la Internacional que, en vista del estado de guerra
en el cual se encuentra la clase obrera, su acción económica y política están
ligadas de manera inseparable.
Conforme a esto, la potencia del Consejo General aumentó. Se
apropió un poder autoritario vis a vis de las secciones, con el objeto de velar
por la doctrina, El lado latino, que se erguía contra el centralismo y el
parlamentarismo, tenía que ser descartado. De esta manera se incrustó una cuña
en la Internacional, cuña que finalmente acarrearía una escisión provocada
directamente por Carlos Marx en el Quinto Congreso, celebrado en La Haya, del 2
al 7 de septiembre de 1872.
Los partidarios de Marx disponían de 40 votos, los
federalistas sólo de 25. Esta proporción desigual de votos fue el resultado de
una maquinación de Marx. Tomó todas las
disposiciones para que los delegados de Alemania, en donde se hallaban
sus partidarios, viniesen en crecido número al Congreso. Así fue fabricada una
mayoría marxista. El congreso de La Haya aprobó las decisiones de la
conferencia de Londres. La fuerza del
Consejo General aumentó todavía y
se introdujo en los estatutos de la Internacional un artículo sobre la
necesidad de la acción política. El punto de vista de los federalistas, los del
Jura a la cabeza, fue expuesto por James Guillaume. Precisó la diferencia entre
marxistas y federalistas, declarando que los primeros buscaban conquistar el
poder político por medio de la participación en las elecciones parlamentarias,
mientras que los segundos trataban de destruirlo. Marx se aprovechó
igualmente de ese congreso para lanzar
calumnias contra Bakunin, que no estabat presente. Fue formada una comisión
compuesta en su mayoría por partidarios
de Marx, la cual aprobó la expulsión de Bakunin, de Guillaume, de Schwizguébel
y otros más del seno de la Internacional. La expulsión de los dos primeros fue
decidida a pesar de la declaración dcl presidente de la Comisión, el delegado
alemán Cuno, en el sentido de que no había pruebas materiales contra los
acusados. La minoría presentó, en la persona de Víctor Dave, una declaración
diciendo que tenía la intención de
defender dentro de la Internacional la
autonomía federal.
De este forma, las pretensiones injustas y autoritarias de
los marxistas trajeron la escisión de la Internacional.
Los federalistas organizaron entonces,a su vez, el Congreso
de Saint-Imier, el 15 de septiembre de 1872, en el cual participaron todos los
elementos antiautoritarios y federalistas de la Internacional. Toda el ala
latina; de esta última estaba representada, particularmente las secciones del
Jura, de Italia, de España, de Francia y dos secciones americanas. En ese
congreso fueron formulados los principios
fundamentales del movimiento obrero libertario, que pueden servir como
indicadores del camino al proletariado revolucionario de la época. Las
resoluciones sobre la acción política, así como sobre las uniones profesionales
y sus tareas se expresan de la manera siguiente:
Considerando:
que querer imponer al proletariado una línea de conducta o
un programa político uniforme como vía única que pueda conducirle a su
emancipación social es una pretensión tan absurda como reaccionaria; que nadie
tiene derecho de privar a las federaciones y secciones autónomas del derecho
incuestionable de determinarse ellas mismas y de seguir la línea de conducta
política que crean mejor y que todo proceder contrario conducirá fatalmente al
más escandaloso dogmatismo; que las aspiraciones del proletariado deben tener
como objetivo el establecimiento de una organización y de una federación
económicas absolutamente libres, fundadas sobre el trabajo y la igualdad del
todo independientes de todo gobierno político, y que esta organización y esta
federación no pueden ser más que el resultado de la acción espontánea del
proletariado mismo, gremio de artesanos y de comunas autónomas
Considerando:
que toda organización política no puede ser más que la
organización del poder en provecho de una clase y en detrimento de las masas, y
que si el proletariado quisiera apoderarse del poder se convertiría en una
clase dominante y explotadora,
el Congreso reunido en Saint-Imier: declara:
1º Que la destrucción de todo poder político es el primer
deber del proletariado;
2º Que toda organización de poder político – aunque se
suponga que es provisional y revolucionaria – destinada a efectuar esa
destrucción no puede ser más que un engaño y será tan peligrosa para el
proletariado como todos los gobiernos existentes hoy en día;
3º Que los proletarios de todos los países deben rechazar
todo compromiso en el camino de la Revolución Social y deben establecer una
intensa solidaridad de acción revolucionaria, al margen de toda política
burguesa.
También se adoptó esta resolución:
La libertad y el trabajo son la base de la moral, de la
fuerza, de la vida y de la riqueza del porvenir. Pero el trabajo, si no es
libremente organizado, se vuelve opresivo e improductivo para el trabajador y
es por eso que la organización del trabajo es la condición indispensable de la
verdadera y completa emancipación del obrero.
Sin embargo, el trabajo no se puede ejercer libremente sin
la posesión de las materias primas y de todo el capital social; no se puede
organizar si antes no se emancipa de la tiranía política y económica,
conquistando el obrero el derecho a desenvolverse completamente en la aptitud
de todas sus facultades. Todo Estado, es decir, todo gobierno y toda
administración de las masas populares de arriba a abajo, al estar fundados
necesariamente sobre la burocracia, sobre los ejércitos, sobre el espionaje y
sobre el clero, no podrán establecer jamás la sociedad organizada sobre el
trabajo y sobre la justicia, ya que, por la naturaleza misma de su organización
están fatalmente empujados a oprimir al trabajador y a negar la justicia.
Según nosotros, el obrero no podrá jamás emanciparse de la
opresión secular si no sustituye a ese cuerpo absorbente y desmoralizador por
la libre federación de todos los grupos productores, fundada sobre la
solidaridad y la igualdad.
Después de los congresos de 1872, el de La Haya y el de
Saint-lmier, los congresos de las dos tendencias se celebraban separadamente.
El Consejo General de la mayoría marxista fue transferido a Nueva York. Aquí
fue su entierro. Contrariamente, todas las secciones de la Internacional, a
excepción de la sección alemana, abrazaron el punto de vista de las secciones
del Jura. Las Trade Unions inglesas estaban de igual modo contra el Consejo
General dirigido por Marx.
Cuando un año más tarde las dos tendencias, la marxista y la
federalista, convocaron sus congresos en Ginebra, esos congresos se celebraron
separadamente.
El segundo Congreso de los antiautoritarios tuvo lugar del 1
al 6 de septiembre de 1873, el de los marxistas del 8 al 13 de septiembre. Se
veía claro, ahora, que los marxistas se hallaban en plena derrota. Fue el
último Congreso. El Congreso dc los federalistas fue muy frecuentado. Elaboró
nuevos estatutos para la Internacional. El Consejo General fue suprimido.
La cuestión de la huelga general fue discutida, aunque no
fue definitivamente solucionada visto el número restringido de organizaciones
obreras en esa época. El Congreso de los marxistas fue un fracaso completo.
Aparte de los delegados alemanes y austríacos, no hubo apenas otras
representaciones, de forma que se vio obligado a renunciar a nuevas
convocatorias para congresos ulteriores. El ala antiautoritaria y federalista
se mantuvo. Mas ella también sufrió mucho, por una parte, a causa de la escisión
provocada por Marx, y, por otra, a causa de la reacción general instaurada en
toda Europa después de la caída de la Comuna. Todavía se celebraron tres
congresos: el 3º en Bruselas, del 7 al 13 septiembre de 1874; el 4º en Berna,
del 26 al 29 de octubre de 1876; y el 5º en Verviers, del 6 al 8 de septiembre
de 1877. En 1877 tuvo lugar en Ginebra un Congreso general socialista de donde
nació la Internacional socialdemócrata. No tardaron en entenderse las dos
internacionales marxistas, y se creó una oficina común para las dos, Fue el fin
de los congresos y de la Internacional.
A partir de ese momento empezó otro periodo que dio origen a
la formación y organización de la internacional conocida con el nombre de
Segunda Internacional.
La época que siguió fue de franca decadencia del movimiento
obrero internacional. La hegemonía de Alemania sobre el continente europeo,
después de la guerra de 1870-71, trajo también una preponderancia del
movimiento obrero alemán sobre el de los otros países, en especial en los latinos.
Con esto, lo métodos alemanes del parlamentarismo tomaron
superioridad, mientras que el ala federalista de la Primera Internacional iba
declinando de día en día.
Pasaron algunos años antes que los elementos libertarios
estuvieran suficientemente fuertes, en el seno del movimiento obrero, para que
pudieran reunirse en un plano internacional. Con el desarrollo del sindicalismo
revolucionario antiestatal se vivificó el movimiento obrero internacional en cl
sentido de la tendencia antiautoritaria de la Primera Internacional. Al
considerar esta tendencia, desde el punto de vista económico, a las
organizaciones profesionales como los órganos llamados a guiar la lucha del proletariado
consciente de su deber de clase y como los indicados para llevar a cabo la
revolución social, el sindicalismo revolucionario tomó fuerza y continuó esta
tendencia.
En 1913 se reunieron en Londres los delegados de las
organizaciones sindicalistas revolucionarias de casi todos los países europeos
y de otros lugares, con el fin de poner la primera piedra de la nueva
internacional obrera que seguiría .el camino trazado por la Primera
Internacional. La resolución principal adoptada en Londres decía:
El primer Congreso Internacional Sindicalista reconoce que
la clase obrera de todos los países sufre la misma represión por parte del
Estado y del sistema capitalista. Por tal motivo se declara en favor de la
lucha de clases, de la solidaridad internacional y de la organización
independiente de la clase obrera sobre la base de unión federativa.
Tiende éste a la elevación material y moral inmediata de la
clase obrera hasta la destrucción total del capitalismo y del Estado.
Este declara, además, que la lucha de clases es una
consecuencia necesaria de la posesión privada de los medios de producción y de
distribución y que, por ende, este Congreso tiende a la socialización de esos
medios.
En este sentido deben orientarse la constitución y el
desarrollo de las organizaciones sindicalistas, ya que ellas están en las
mejores condiciones de poder asegurar la producción y la distribución de los
productos en beneficio de la sociedad entera.
Comprobando que los sindicatos internacionales no pueden
realizar con éxito la lucha de clases si los obreros continúan divididos por
diferencias políticas y religiosas, el Congreso declara que la lucha de clases,
como tal, no podrá tener más que carácter económico, por lo que las
organizaciones obreras no deben buscar el fin enunciado por medio de
colaboraciones con el gobierno ni con sus aliados, y que ellas se deben apoyar
únicamente en el poder de las organizaciones y en su acción directa.
Como consecuencia de esta declaración el Congreso hace un
llamamiento a los trabajadores de todos los países para que se unan en
organizaciones industriales, federales, independientes, sobre la base de la
solidaridad internacional, con el fin de liberarse completamente de la opresión
ejercida por el Estado y el capitalismo.
Desgraciadamente, la obra encaminada a conseguir la unión
internacional de las organizaciones industriales revolucionarias libertarias
fue interrumpida por la guerra que estalló en 1914. Todos los países se
cerraron herméticamente. Toda relación internacional de los trabajadores fue
casi imposible. La reacción duró hasta el fin de la guerra. La revolución en
Rusia y en Europa Central creó una nueva situación. Las fuerzas dispersas del
proletariado revolucionario volvieron a unirse. Sin embargo, una tentativa de
continuar la obra emprendida en Londres en 1913 tuvo éxito en 1920. Ese año se
celebró una conferencia sindicalista preliminar en Berlín, del 16 al 21 de
diciembre. Se adoptaron las siguientes resoluciones:
1º La Internacional Revolucionaria del Trabajo se declara
sin reserva alguna en pro de la lucha de clases revolucionaria y del poder de
la clase obrera.
2º La Internacional Revolucionaria del Trabajo tiende a la
destrucción y al aniquilamiento del régimen económico, político y moral del
sistema capitalista y tiende a la fundación de una sociedad comunista libre.
3º La conferencia tiene plena conciencia que la clase obrera
es la única que está en condiciones de destruir la esclavitud económica,
política y moral, impuestas por el capitalismo, si aplica de manera severa y
enérgica sus medios de poder económico, los cuales encuentran sus más potentes
medios de expresión para lograr ese fin en la acción directa revolucionaria de
la clase obrera.
4º Como consecuencia, la Internacional Revolucionaria del
Trabajo hace suyo el punto de vista de que la construcción y la organización de
la producción y de la distribución son tareas primordiales en la organización
económica de cada país.
5º La Internacional
Revolucionaria del Trabajo es completamente independiente de todo partido
político. En caso que la Internacional Revolucionaria del Trabajo decidiera una
acción determinada y algún partido político o cualquier organización se
declarasen de acuerdo con esa acción o viceversa, entonces, la ejecución de
esta acción puede hacerse en común con esos partidos y organizaciones.
6º La Conferencia hace un llamado urgente a todas las
organizaciones sindicalistas revolucionarias e industriales invitándolas a
tomar parte en el Congreso convocado para el l’ de mayo de 1921 en Moscú por el
Consejo Provisional de la Internacional Sindical Roja (I.S.R.) con el fin de
fundar una I nternacional Revolucionara del Trabajo unificada para todos los
trabajadores del mundo.
Cuando en el verano de 1921 tuvo lugar en Moscú el Congreso constitutivo de la Internacional
Sindical Roja (I.S.R.) los sindicalistas revolucionarios estuvieron allí
representados en gran número. También hubo, sin embargo, organizaciones
sindicalistas revolucionarias que ya en esa ’.poca adoptaban el punto de vista
de no querer vivir bajo los auspicios del gobierno de Rusia. En primera línea
de ese punto de vista se encontraban los sindicalistas alemanes que, con motivo
de una delegación enviada a Moscú, habían hecho previamente un referéndum en
sus filas que dio resultado negativo. Se suponía, por otra parte, que los
comunistas rusos no tolerarían jamás una internacional sindicalista
revolucionaria verdaderamente independiente, es decir antiautoritaria, ya que
ellos defendían la teoría según la cual el Partido debía ejercer una dictadura
sobre uniones profesionales. Esta suposición estaba plenamente justificada,
Habiendo formado una mayoría con arreglo a sus deseos, los usos lograron ahogar
la opinión de los sindicalistas revolucionarios, Pero ya en Moscú la minoría
estrechó sus lazos poniéndose de acuerdo acerca de la publicación de un
manifiesto contra el Congreso. En el Congreso de los anarcosindicalistas en
Dusseldorf en el otoño de 1921, tuvo lugar una pequeña conferencia
internacional con delegados de Estados Unidos, Suecia, Holanda y Alemania.
En esa conferencia se tomó la decisión de convocar en
Berlín, al año siguiente, una conferencia internacional de las organizaciones
que no estuvieron de acuerdo con las decisiones del Congreso de Moscú. Esa
conferencia preliminar de los sindicalistas tuvo lugar en Berlín, del 16 al 18
de junio de 1922. Estaban representadas en ella: La Frei Arbeiter Union
Deutschlands (Alemania), la Unione Sindicale Italiana (Italia), la
Confederación General del Trabajo Unitaria (Francia), la Confederación Nacional
del Trabajo (España), la Sveriges Arbetaren Centralorganization (Suecia), la
Norsk Sindikalistisk Federation (Noruega), la minoría sindicalista de las
uniones profesionales rusas y la Federación Obrera Regional Argentina. Fue
admitido como observador un representante de las uniones profesionales rusas.
La última gran discusión con las uniones profesionales rusas
tuvo lugar en esta conferencia. En el momento que debía ser elaborada una
resolución de protesta contra las persecuciones de los obreros revolucionarios,
los representantes de la minoría sindicalista de Rusia intentaron también
abogar por la liberación de los revolucionarios encarcelados en la Rusia
soviética. El representante de las uniones profesionales rusas, Andreieff,
defendió los puntos políticos del gobierno ruso. Estalló entonces una dura
discusión. Finalmente, fue nombrada una Comisión que presentó claramente al
representante de las uniones profesionales rusas, las dos cuestiones
siguientes:
lº ¿El Comité Central de las uniones profesionales rusas
piensa intervenir, de manera formal, con vistas a la liberación de todos los
sindicalistas y anarquistas encarcelados por sus ideas?
2º ¿Tiene el mismo Comité la intención de exigir que los
camaradas puedan desarrollar libremente sus actividades revolucionarias dentro
de las uniones profesionales, a condición de que no luchen contra el gobierno
ruso con las armas en la mano?
La respuesta a esas cuestiones fue dada por tres veces, pero
siempre equívoca. Se vio con claridad que el gobierno ruso era defendido por
las uniones profesionales rusas. La Conferencia se pronunció entonces en favor
de los revolucionarios encarcelados en la Rusia soviética. Cuando el
representante de las uniones profesionales rusas comprendió que tenía la partida
perdida abandonó la Conferencia. Desde ese momento la separación de las uniones
profesionales autoritarias de la Rusia soviética y de las organizaciones
sindicalistas revolucionarias antiautoritarias fue un hecho definitivo. La
Conferencia elaboró en diez tesis una declaración de principios del
sindicalismo revolucionario que fue aprobada unánimemente. Esta declaración fue
adoptada casi íntegramente por el Congreso constitutivo ulterior de la
Asociación Internacional de los Trabajadores, La citamos más abajo. A
continuación la Conferencia adoptó una resolución contra la Internacional Roja,
pues, según se afirmaba en aquella resolución no se veía la verdadera base
sobre la cual podría unirse el proletariado revolucionario del mundo entero. Se
constituyó una oficina provisional que debía convocar a un congreso
internacional de los sindicalistas revolucionarios.
A ese congreso fueron invitadas también las organizaciones
adheridas a la Internacional Roja. La sede de la oficina fue fijada en Berlín.
En fin, del 25 de diciembre de 1922 al 2 de enero de 1923
tuvo lugar, en Berlín, el Congreso constitutivo de los sindicalistas
revolucionarios. En ese Congreso estaban representadas las organizaciones
sindicales revolucionarias de Argentina, Chile, Dinamarca, Alemania, Francia
(Comité de defensa sindicalista), Holanda, Italia, México, Noruega, Portugal,
Rusia (la minoría), Suecia, España, Checoslovaquia la minoría. Allí se aprobó
la declaración de principios, se elaboraron los estatutos y se adoptó el nombre
de Asociación Internacional de los Trabajadores. Así resucitó la A.I.T.” tanto
de nombre como en esencia,
La A.I.T. tuvo su II Congreso en Holanda, en la primavera de
1925. La organización se consolidó. Tomó claramente posición frente a las otras tendencias dentro del
movimiento obrero.
Digna de señalar es la resolución de clausura del III
Congreso, celebrado en 1928, en Lieja (Bélgica), en la que se decía: ...
El proletariado debe, en efecto, recordar constantemente que
su liberación no será posible más que en la desaparición del orden social
existente y que únicamente cuando haya conquistado los medios de producción de
distribución y de cambio podrá instaurar el verdadero socialismo, permitiendo
al individuo expansionarse libremente.
Veinticinco países estuvieron representados en el IV
Congreso, celebrado en Madrid, en junio de 1931. Congreso laborioso y de
trascendental importancia, fijó normas de organización de las Federaciones
Internacionales de Industria y se pronunció netamente contra las doctrinas nacionalistas
y contra el fascismo.
En el V Congreso, celebrado en París en el verano de 1935,
el estudio se centró sobre la situación que se había creado con la victoria del
fascismo y la contrarrevolución en América :Latina, Austria, Alemania, Italia,
Portugal y otros países.
Aquella preocupación la comprobación del peligro creciente
que ella representaba y la adopción de medidas defensivas necesarias no impidió
que, a su vez, fuesen examinadas cuestiones de orden interno, introduciéndose
algunas modificaciones en sus estatutos.
Después del VI Congreso (París 1938), las actividades de la
Internacional habían de sufrir una momentánea reducción. El conflicto mundial
desencadenado por el nazifascismo en 1939 rompió en gran parte las relaciones
del Secretariado Internacional (radicado en Suecia) con las respectivas
secciones.
El VII Congreso no se celebró hasta 1951, en Toulouse
(Francia), Asistían al mismo delegaciones de la Sección Española
(representaciones de la organización clandestina del interior y del exilio), de
Bulgaria (exilio), Suecia, Inglaterra, Alemania, Argentina, Italia, Holanda,
Noruega, Dinamarca, Austria y Cuba. Entre las resoluciones fundamentales de
aquel comicio conviene señalar la de la creación de subsecretariados
internacionales en áreas geográficas o lingüisticas.
En el mes de julio de 1953, en la ciudad de Puteaux
(Francia), se celebró el VIII Congreso Internacional, con la asistencia de 19
delegaciones, de las cuales 5 estaban en calidad de observadores. Este Congreso
puso punto final al problema planteado en el seno de la A.I.T. por la actitud
de la C.N.T. española durante la guerra civil y la revolución en aquel país,
reconociendo que aquella actitud de colaboración de carácter transitorio, había
sido superada y zanjada por los acuerdos de esta misma Sección en su Congreso
de 1945, en París.
Participaron en el IX Congreso (Marsella – Francia – 1956)
las secciones de Suecia, Dinamarca, Francia, Noruega, España, Uruguay,
Argentina, Italia, Bulgaria, Chile, Holanda y Gran Bretaña. En el mismo
comenzaron a señalarse las diferencias fundamentales que iban a provocar años
más tarde la separación de las secciones holandesa y sueca, partidarias de una
adaptación de los principios y tácticas de la A.I.T. a las situaciones
especiales que pudieran plantearse en cada país, abandonando la acción directa
y encaminándose hacia las tácticas de cogestión.
El Congreso, después de varias sesiones dedicadas a la
discusión de este aspecto fundamental, ya que iba a determinar un cambio
completo de línea revolucionaria, reafirmó netamente los principios y tácticas
de la A.I.T. contra la voluntad de las dos secciones más arriba mencionadas.
El mismo problema había de venir, sin embargo, a las
deliberaciones del X Congreso, celebrado dos años después, al plantearse la
especial posición de la sección sueca que, por el abandono de los principios y
tácticas reafirmados por la Internacional, se colocaba al margen de la misma.
Se llegó a la resolución de crear grupos de ”Amigos de la
A.I.T..” allá donde la presencia de un pequeño grupo de militantes permitiese
la realización de la propaganda tal como fue decidida en el Congreso.
El XI Congreso (Burdeos, 1961) se desarrolla en plena
”Guerra Fría” ; los sindicatos del mundo se orientan hacia una de las tres
organizaciones internacionales reformistas: cristiana, socialdemócrata o
comunista. La A.I.T., pasa por momentos difíciles, con sus Secciones más
emblemáticas minimizadas por la represión estatal.
El debate sobre las relaciones con otras internacionales
sindicales no estuvo ausente del XII Congreso (Puteaux, 1963).
Más constructivo resulta el XIII Congreso (Burdeos, 1967).
Se estudian ponencias sobre economía, colectivismo, cooperativismo y sobre la
manera de hacer más eficaz la propaganda.
El XIV Congreso, celebrado en Montpellier en 1971, hace un
estudio para la penetración de la Internacional en los países subdesarrollados
y se define la autogestión que durante la Revolución Española de 1936-39 se
llamó colectivización y socialización.
También fue el XV Congreso (París, 1976) prolífico en
resoluciones sobre la problemática del mundo: guerras por doquier, dictaduras,
hambre, degradación del medio ambiente...
Al XVI Congreso (París, 1979) se incorporan nuevas Secciones
y la C.N.T. española está representada, tras muchos años de dictadura, por una
delegación del interior. Se estrechan las relaciones con la Internacional de
Federaciones Anarquistas.
En 1984 se celebra en Madrid el XVII Congreso. Se admiten
nuevas Secciones y se adoptan importantes resoluciones analizando la situación
del mundo y las tensiones creadas por los dos imperialismos (U.S.A.. y
U.R.S.S.) que se han repartido la hegemonía en dos zonas de influencia.
El XVIII Congreso (Burdeos, 1988) analiza una serie de
problemas enraizados en el mundo laboral (paro, emigración...).
Tres años después de la caída del Muro de Berlín y del
derrumbe del comunismo de Estado, se celebra el XIX Congreso (Colonia, 1992).
En él se elaboran estrategias de penetración en los países del antiguo bloque
soviético, así como un estudio sobre el racismo. Fruto de este Congreso será la
celebración de una conferencia internacional sobre sexualidad.
A principios de diciembre de 1996 se celebra en Madrid el XX
Congreso, A la alegría de dar la bienvenida a siete nuevas Secciones y a dos
grupos de ”Amigos de la A.I.T.”, se une la tristeza de tener que prescindir de
parte de las organizaciones de Francia y de Italia por su participación en
maniobras reformistas. Se amplían los Estatutos de la A.I.T., con el fin de
contemplar situaciones como la degradación del medio ambiente o la
discriminación por razones de sexualidad. Se hacen más explícitas las negativas
a subvenciones, cargos retribuidos y participación en comités de empresa. Se da
el espaldarazo a los subsecretariados con la reactivación del latinoamericano.
El futuro es esperanzador: existen Secciones de la Internacional en los cinco
continentes.
En los años 2000, otras nuevas secciones entraron a formar
parte de la AIT, la ASI Serbia y COB brasileña la cual fue la encargada de
organizar el XXIV Congreso. Este último congreso estuvo marcado por la
detención en Belgrado del secretario de la AIT, Ratibor Trivunac, junto con
otros activistas de la ASI y anarquistas serbios. Así mismo la ZSP fue admitida
como sección de la AIT en Polonia.
CNT – AIT Puerto Real
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ESTATUTOS DE LA ASOCIACION INTERNACIONAL DE TRABAJADORES
Los estatutos del sindicalismo
revolucionario (AIT)
I. Introducción
La lucha secular entre explotados
y explotadores ha adquirido una amplitud amenazadora. El Capital, omnipotente,
levanta nuevamente su cabeza monstruosa. A pesar de las luchas intestinas que
desgarran a la burguesía y al capitalismo cosmopolitas, éstos se encuentran ya
en magníficas condiciones de relación, que han de permitirles lanzarse con más
unidad y fuerza sobre el proletariado y uncirlo al carro triunfante del
Capital.
El capitalismo se organiza, y de
la situación de defensa en que se encontraba, se lanza ahora a la ofensiva en
todos los frentes de la clase trabajadora. Esta ofensiva tiene su origen
profundo en causas bien concretas: en la confusión de ideas y principios que
existe en las filas del movimiento obrero, la falta de claridad y de cohesión
sobre las finalidades actuales y futuras de la clase obrera, y la división en
sectores innumerables; en una palabra, en cuanto constituye debilidad y
desorganización del movimiento obrero.
Contra este ataque cerrado e
internacional de los explotadores de toda laya, no cabe más que el empleo de un
solo procedimiento: la organización inmediata del ejército proletario en un
organismo de lucha que recoja en su seno a todos los obreros revolucionarios de
todos los países, constituyendo con ellos un bloque granítico contra el cual
irán a estrellarse todas las maniobras capitalistas, las que al fin acabarían
por ser aplastadas por la fuerza de su peso enorme.
Este movimiento de emancipación
no puede aceptar las líneas de conducta indicadas por aquellas tendencias del
movimiento obrero que aspiran a la armonía entre el capital y el trabajo,
deseando una paz internacional con el capitalismo e incorporándose en el Estado
burgués. Tampoco puede aceptar las tendencias que propagan los principios de la
dictadura del proletariado, contrarios a la finalidad de la mayor libertad
posible y del bienestar para todos, pues ésta es la finalidad de todos los
obreros conscientes.
Contra la ofensiva del Capital y
contra los políticos de todos los matices, los trabajadores revolucionarios de
todo el mundo deben levantar una verdadera Asociación Internacional de los
Trabajadores, en la que cada miembro sepa que la emancipación de la clase
obrera noserá posible hasta que los obreros mismos en su calidad de productores
logren prepararse en sus organizaciones económicas para la toma de posesión de
las tierras y de las fábricas y capacitarse, también, para administrarlas en
común, de manera que ellos se encuentren en condiciones de poder continuar la
producción y asegurar toda la vida social.
Con esta perspectiva y esta
finalidad delante de sí, el deber de los trabajadores consiste en la
participación en toda acción que implique fines de transformación social,
siempre con la intención de aproximarse a la realización de nuestros propios
fines; haciendo sentir, en dicha participación, el peso de nuestra propia
fuerza, esforzándonos para dar a nuestro movimiento, por la propaganda y la
organización, los medios necesarios que le permitan sustituir a sus
adversarios. Lo mismo, en todas partes donde sea posible, hay que realizar
nuestro sistema social a título de modelo y ejemplo, y nuestras organizaciones
deben ejercer, en el marco de sus posibilidades, la máxima influencia sobre las
otras tendencias para incorporarlas en nuestra propia acción, es decir, la
lucha común contra todos los adversarios estatales y capitalistas, siempre
teniendo en cuenta las circunstancias de lugar y de tiempo, pero conservando
fielmente las finalidades del movimiento emancipador de los obreros.
II. Los principios del sindicalismo
revolucionario
El sindicalismo revolucionario,
basándose en la lucha de clases, tiende a la unión de todos los trabajadores
dentro de organizaciones económicas y de combate, que luchen por la liberación
del doble yugo del capital y del Estado. Su finalidad consiste en la
reorganización de la vida social asentándola sobre la base del Comunismo
Libertario y mediante la acción revolucionaria de la clase trabajadora.
Considerando que únicamente las organizaciones económicas del proletariado son
capaces de alcanzar este objetivo, el sindicalismo revolucionario se dirige a
los trabajadores en su calidad de productores, de creadores de riquezas
sociales, para germinar y desarrollarse entre ellos, en oposición a los
modernos partidos obreros, a quienes declara sin capacidad para una
reorganización económica de la sociedad.
El sindicalismo revolucionario es
enemigo convencido de todo monopolio económico y social, y tiende a su
abolición mediante la implantación de comunas económicas y de órganos
administrativos regidos por los obreros de los campos y de las fábricas,
formando un sistema de libres consejos sin subordinación a ningún poder ni
partido político alguno. El sindicalismo revolucionario erige, contra la
política del Estado y de los partidos, la organización económica del trabajo,
opone al gobierno del hombre sobre el hombre la gestión administrativa de las
cosas. No es, por consiguiente, la finalidad del sindicalismo revolucionario la
conquista de los poderes políticos, y sí la abolición de toda función estatal
en la vida de la sociedad. El sindicalismo revolucionario considera que con la
desaparición del monopolio de la propiedad debe desaparecer, también, el
monopolio de la dominación, y que toda forma de Estado, encúbrase como se
quiera, no podrá ser nunca un instrumento de liberación humana, antes al
contrario, será siempre el creador de nuevos monopolios y de nuevos
privilegios.
El sindicalismo revolucionario
tiene una doble función a cumplir: la de proseguir la lucha revolucionaria de
todos los días por el mejoramiento económico, social e intelectual de la clase
obrera dentro de los límites de la sociedad actual, y la de educar a las masas
para que sean aptas para una gestión independiente en el proceso de la
producción y de la distribución, así como para la toma de posesión de todos los
elementos de la vida social. El sindicalismo revolucionario no acepta que la
organización de un sistema social descansando totalmente sobre el productor,
pueda llegar a ser ordenado por unos simples decretos gubernamentales, y afirma
que solamente puede lograrse por la acción común de todos los trabajadores
manuales e intelectuales, en cada rama de industria, por la gestión, dentro de
las fábricas, de los mismos trabajadores, de tal manera que cada agrupación,
fábrica o rama de industria sea un miembro autónomo en el organismo económico
general y ordene sistemáticamente, sobre un plan determinado y sobre la base de
acuerdos mutuos, la producción y la distribución como mejor interese a la
comunidad.
El sindicalismo revolucionario es
opuesto a todas las tendencias de organización inspiradas en el centralismo del
Estado y de la Iglesia, porque sólo pueden servir para prolongar la vida del
Estado y de la autoridad, y para ahogar sistemáticamente el espíritu de
iniciativa y de independencia del pensamiento. El centralismo es la
organización artificial que supedita las llamadas partes bajas a las tituladas
superiores, y que abandona en manos de una minoría la reglamentación de los
asuntos de toda la comunidad (el individuo se convierte en un autómata de
gestos y de movimientos dirigidos). En la organización centralista los valores
de la sociedad son postergados por los intereses de algunos, la variedad es
reemplazada por la uniformidad, la responsabilidad personal es sustituida por
una disciplina unánime. Es por esta razón que el sindicalismo revolucionario
asienta su concepción social dentro de una amplia organización federalista, es
decir, de la organización de abajo a arriba, de la unión de todas las fuerzas
sobre la base de ideas e intereses comunes.
El sindicalismo revolucionario
rechaza toda actividad parlamentaria y toda colaboración con los organismos
legislativos, porque entiende que el sistema de sufragio más libre no puede
hacer desaparecer las evidentes contradicciones que existen en el seno de la
sociedad actual, y porque el sistema parlamentario sólo tiene un objetivo: el
de prestarle un simulacro de derecho al reino de la mentira y de las
injusticias sociales.
El sindicalismo revolucionario
rechaza todas las fronteras políticas y nacionales, arbitrariamente creadas, y
declara que el llamado nacionalismo sólo es la religión del Estado moderno,
tras la cual se encubren los intereses materiales de las clases poseedoras. El
sindicalismo revolucionario no reconoce otras diferencias que las de orden
económico, regionales o nacionales, producto de las cuales surgen las
jerarquías, privilegios y opresiones de todo tipo (por raza, sexo, sexualidad o
cualquier diferencia percibida o real), y reclama para toda agrupación el derecho
a una autodeterminación acordada solidariamente a todas las otras asociaciones
del mismo orden.
Es por idénticas razones que el
sindicalismo revolucionario combate el militarismo y la guerra. El sindicalismo
revolucionario recomienda la propaganda contra la guerra, y la sustitución de
los ejércitos permanentes, los que sólo son instrumentos de la
contrarrevolución al servicio del capitalismo, por las milicias obreras que
durante la revolución serán controladas por los sindicatos obreros; exige, además,
el boicot y el embargo contra todas las materias primas y productos necesarios
para la guerra, a excepción del caso en que se trate de un país donde los
obreros estén realizando una revolución de tipo social, en cuyo caso hay que
ayudarles en la defensa de la revolución. Finalmente, el sindicalismo
revolucionario recomienda la huelga general preventiva y revolucionaria como
medio de acción contra la guerra y el militarismo.
El sindicalismo revolucionario
reconoce la necesidad de una producción que no dañe el medio ambiente, que
intente minimizar el uso de recursos no renovables y que utilice siempre que
sea posible alternativas renovables. Identifica la búsqueda de ganancias y no
la ignorancia como causa de la crisis medioambiental actual. La producción capitalista
siempre busca minimizar los costes para conseguir un nivel de ganancias cada
vez más elevado para sobrevivir, y no puede proteger el medio ambiente. En
concreto, la crisis mundial de la deuda ha acelerado la tendencia hacia las
cosechas comerciales en detrimento de la agricultura de subsistencia. Esto ha
causado la destrucción de las selvas tropicales, hambre y enfermedades. La
lucha para salvar nuestro planeta y la lucha para destruir el capitalismo deben
ser conjuntas o ambas fracasarán.
El sindicalismo revolucionario se
afirma partidario de la acción directa, y sostiene y alienta todas aquellas
luchas que no estén en contradicción con sus propias finalidades. Sus medios de
lucha son: la huelga, el boicot, el sabotaje, etc. La acción directa encuentra
su expresión más profunda en la huelga general, la que debe ser, al mismo
tiempo, desde el punto de vista del sindicalismo revolucionario, el preludio de
la revolución social.
Enemigo de toda violencia
organizada por no importa que clase de gobierno, el sindicalismo revolucionario
tiene en cuenta que se producirán encuentros violentísimos durante las luchas
decisivas entre el capitalismo de hoy y el comunismo libre de mañana. Por
consiguiente, reconoce la violencia que pueda emplearse como medio de defensa
contra los métodos violentos que empleen las clases dominantes durante las
luchas que sostenga el pueblo revolucionario por la expropiación de las tierras
y de los medios de producción. Como esta expropiación sólo podrá ser iniciada y
llevada a feliz término por la intervención directa de las organizaciones
económicas revolucionarias de los trabajadores, la defensa de la revolución
debe encontrarse también en manos de los organismos económicos y no en las de
una organización militar o parecida que se desenvuelva al margen de ellos.
Es únicamente en las
organizaciones económicas y revolucionarias de la clase obrera que se encuentra
la fuerza capaz de realizar su liberación y la energía creadora necesaria para
la reorganización de la sociedad a base del comunismo libertario.
III. Nombre de la organización
internacional
El lazo internacional de lucha y
de solidaridad que une las organizaciones sindicalistas revolucionarias del
mundo entero se llama Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.).
IV. Finalidades y objetivos de la
A.I.T.
La A.I.T. tiene por objetivos:
•organizar y apoyar la lucha
revolucionaria en todos los países con el fin de destruir definitivamente los
regímenes políticos y económicos actuales y establecer el Comunismo Libertario.
•dar a las organizaciones
económicas sindicales una base nacional e industrial y donde tales ya existan,
robustecer a aquéllas que estén decididas a luchar por la destrucción del
capitalismo y del Estado.
•impedir la infiltración de todo
partido político en las organizaciones económicas sindicales y combatir
resueltamente todo propósito de los partidos políticos de dominar a los
sindicatos.
•establecer, cuando las
circunstancias lo exijan, y sobre un programa determinado que no esté en
contradicción con los apartados a, b y c que anteceden, alianzas provisionales
con otras organizaciones proletarias, sindicales y revolucionarias con el fin
de determinar y de llevar a cabo acciones internacionales comunes en interés de
la clase obrera; tales alianzas no deben establecerse jamás con partidos
políticos, es decir, con organizaciones que acepten el Estado como sistema de
organización social. El sindicalismo revolucionario rechaza la colaboración de
clase que se caracteriza por la participación en comités organizados bajo
esquemas corporativos estatales (por ejemplo en elecciones sindicales para
comités de empresa) y la aceptación de subvenciones, mantenimiento de
profesionales del sindicalismo y demás prácticas que puedan desvirtuar el
anarcosindicalismo.
•desenmascarar y combatir la
violencia arbitraria de todos los gobiernos contra los revolucionarios afectos
a la causa de la Revolución Social.
•examinar todos los problemas
concernientes al proletariado mundial para robustecer y desarrollar los
movimientos en un país o en varios que tiendan a defender los derechos y nuevas
conquistas de la clase obrera o para la organización de la propia revolución
emancipadora.
•emprender toda obra de mutuo
apoyo en caso de grandes luchas económicas o de luchas agudas contra los
enemigos declarados o encubiertos de la clase obrera.
•ayudar moral y materialmente a
los movimientos de clase de los obreros en cada país, en los que la dirección
se halle en manos de la organización económica nacional del proletariado.
La Internacional interviene en
los asuntos sindicales de un país solamente cuando la organización afiliada del
mismo lo pida o cuando ésta se sustraiga a las directivas generales de la
Internacional.
V. Condiciones de adhesión
Las siguientes pueden afiliarse a
la A.I.T:
•organizaciones Sindicalistas
Revolucionarias Nacionales que no pertenezcan a ninguna otra Internacional. En
todo caso, solamente existirá una Sección en cada país. Las Secciones afiliadas
tendrán que ratificar los Principios, Tácticas y Finalidades de la A.I.T. y
mandar una copia de sus Estatutos y Principios al Secretariado. El Secretariado
Internacional de la A.I.T. informará a las Secciones del origen del contacto o
contactos que hayan solicitado la afiliación.
•minorías de sindicalistas
revolucionarios organizadas en seno de otras organizaciones afiliadas a otras
Internacionales sindicales.
•organizaciones sindicales,
profesionales o industriales independientes o afiliadas a Organizaciones
nacionales no pertenecientes a la A.I.T., que acepten la Declaración de
Principios y Finalidades de la A.I.T, con el consentimiento previo, sin
embargo, de la Organización nacional ya adherida en el país si tal existe. A
organizaciones sindicales profesionales o industriales que han salido o que han
sido excluidas de una Organización afiliada a la A.I.T. sólo se les puede
conceder entrada en el seno de esta tras acuerdo unánime de una Conferencia
compuesta de dos representantes de cada una de las organizaciones adheridas, es
decir, de la organización esciosionista o excluida, dos de la Organización
nacional de la A.I.T. y el Secretariado de la A.I.T.
•cada Organización de propaganda
sindicalista revolucionaria que acepte la Declaración de Principios y
Finalidades de la AIT y que trabaje en un país donde no haya ninguna
organización nacional adherida a la A.I.T.
•ya que la A.I.T. sólo se compone
de Secciones legales o ilegales, con conexión directa dentro de los respectivos
países, en consecuencia solamente podrán ser reconocidos como Secciones de la
A.I.T. aquellos grupos exilados que ante el Secretariado de la A.I.T. podrán
dar clara evidencia de que representan auténticamente a Organizaciones que
actúan y trabajan en los respectivos países.
En todo caso, sólo podrá existir
una Sección por país.
Los siguientes tipos de
comportamiento llevarán a la desafiliación:
•la falta de cumplimiento de los
Principios, Tácticas y Finalidades de la A.I.T.
•la falta de pago de la
cotización. Si una Sección no paga la cotización durante un año, el Congreso
deberá decidir sobre su baja como Sección.
•en el caso de que una Sección no
acuda a los comicios y Congresos de la Internacional ni responda a las
peticiones de contacto por parte del secretariado de la A.I.T. ni de las
Secciones, sin explicación.
VI. De los Congresos
Internacionales
Los Congresos Internacionales de
la A.I.T. se celebran cada dos años, a ser posible. El Secretariado, con tiempo
suficiente, antes del Congreso, solicita de las Secciones los temas o
sugerencias destinados a tratarse en el Congreso. Luego el Secretariado compone
el Orden del Día, el cual, junto con las mociones presentadas, se manda a las
Organizaciones adheridas seis meses antes al menos de empezar el Congreso. Los
acuerdos y resoluciones tomados por los Congresos internacionales son
obligatorios para todas las organizaciones adheridas, excepto cuando éstas, por
resolución Congreso nacional o por referéndum, rechazan los acuerdos del
Congreso Internacional.
A instancia de un mínimo de tres
organizaciones nacionales adheridas, un acuerdo internacional puede ponerse a
revisión por referéndum general dentro de todas las Secciones.
En los Congresos y referéndums
internacionales cada Central dispone de un voto, siendo recomendable buscar la
unanimidad antes de recurrir a la votación.
VII. Transferencia internacional
Cada miembro de una organización
adherida a la A.I.T., que tenga pagadas todas sus cotizaciones, pero
domiciliado en otro país que aquél donde fue inscrito como afiliado, debe, no
más tarde de un mes después de su llegada, efectuar su transferencia a la
organización correspondiente de la organización nacional adherida a la A.I.T.
Esta transferencia ha de ser aprobada por dicha organización nacional sin
contribución de registro de entrada.
En caso de exilio masivo obligado
la afiliación es voluntaria si se pertenece a una organización exilada
reconocida por la A.I.T.
VIII. El Secretariado
Para coordinar las actividades
internacionales de la A.I.T., para conseguir y organizar una información exacta
de la propaganda y de la lucha en todos los países, para llevar a cabo de la
mejor manera las resoluciones de los Congresos internacionales y para cuidar de
todo el trabajo de la A.I.T., se elige un Secretariado por lo menos de tres
personas domiciliadas en el lugar donde la A.I.T. fije su sede. El Secretario general
es elegido por el Congreso o por Referéndum internacional. Los demás miembros
han de ser elegidos por la Sección o Secciones que el Congreso designe. Los
miembros del Secretariado se reparten entre si mismos las tareas y el trabajo.
El Secretariado y Secretario son elegidos como se indica más arriba, por un
período de Congreso a Congreso. No obstante, puede haber reelección únicamente
por otro período más de gestión.
El lugar de residencia del
Secretariado será determinado en el Congreso. De no ser esto posible, se hará
por referéndum. El Secretariado da informe escrito sobre sus actividades
durante el período de gestión de Congreso. El informe ha de estar presentado
con tiempo para que las Secciones afiliadas puedan tener conocimiento del mismo
antes que el Congreso se celebre.
Al mismo tiempo se presenta y se
manda a las Secciones un informe administrativo económico.
El Congreso nombra una comisión
que durante el curso del mismo efectúa una revisión de cuentas y control
definitivo.
IX. Las finanzas
Para que la A.I.T. pueda
desarrollar y fortalecer sus actividades internacionales y para dar a su
propaganda escrita un fundamento sólido; para que pueda editar sus
publicaciones periódicas con regularidad; para que pueda participar en todas
las manifestaciones de la vida del sindicalismo revolucionario en los
diferentes países; para que sea capaz de vigorizar las ideas del sindicalismo
revolucionario en países donde nuestras ideas y tácticas tienen escasa
representación, y, finalmente, para que la A.I.T. pueda responder satisfactoria
e inmediatamente a las llamadas de solidaridad que a ella podrán dirigirse,
cada miembro de una organización adherida a la A.I.T. tiene que pagar
mensualmente, como cotización internacional, la cantidad de un dólar estadounidense
(1 US$) o de una suma equivalente en moneda nacional, tomando en consideración
el valor de cambio en los países en cuestión.
Para las Secciones que se hallan
en situaciones difíciles, la cotización es fijada según acuerdo con el
Secretariado de la A.I.T. Cada Sección afiliada resuelve por sí misma el
procedimiento a seguir para percibir la cotización de sus miembros. Para las
Secciones que así lo deseen la A.I.T. tiene un sello especial para colocar en
el carnet del afiliado.
La Sección afiliada manda a la
A.I.T. cada trimestre la cotización estipulada.
X. Publicaciones
El Secretariado edita:
•Una publicación que ha de salir
con la mayor frecuencia posible. Es deseable que cada periódico editado por
organizaciones afiliadas a la A.I.T. o simpatizantes con ella, reserve en sus
páginas un espacio especial para informaciones de la A.I.T., para llamadas de
solidaridad internacional y para propaganda general.
•Folletos de propaganda,
destinados principalmente donde nuestro movimiento no tiene afiliada ninguna organización
nacional.
•Cuantas otras publicaciones,
periódicas o no, los Congresos decidieren.
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