Tal día como hoy (1984.11.23) La policía utilizó fuego real de metralleta en el astillero de Euskalduna
Por periodistacanalla el noviembre 23, 2016
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El permanente conflicto existente en el astillero bilbaíno Euskalduna -que se concreta día a día desde hace semanas en enfrentamientos entre los trabajadores y miembros de la fuerza pública- alcanzó ayer el máximo grado de tensión. Pablo González Larrazábal, trabajador del astillero, falleció ayer en el interior de dicha factoría víctima de un infarto que le sobrevino cuando trataba de protegerse en el casco de un buque en construcción de una carga efectuada por fuerzas policiales antidisturbios, que utilizaron fuego real de metralleta y protagonizaron actos de inusitada brutalidad. Otro trabajador, Vicente Carril, resultó herido de bala. (Fuente: EL PAIS)
Un obrero resultó con quemaduras graves en el 22% de su cuerpo y otros más resultaron heridos por golpes, así como varios policías. El fallecimiento de González Larrazábal se produjo poco después de que, tras escucharse una primera ráfaga de metralleta, varios cientos de trabajadores se replegasen hacia la zona de diques, tratando de refugiarse en el interior de un buque en construcción. Para entonces ya había resultado herido Vicente Carril, alcanzado por una bala en un costado.Simultáneamente, decenas de policías, pertenecientes a la compañía número 11 de la reserva general, con base en Miranda de Ebro (Burgos), asaltaban el edificio que alberga las sedes de las secciones sindicales, así como los comedores y biblioteca de la empresa. Los policías arrancaron de cuajo lavabos, inodoros, tuberías, y arrasaron cuanto encontraron a su paso, incluidos los libros de la biblioteca, que arrojaron al suelo, y las botellas guardadas en un almacén contiguo a los comedores. Las sedes sindicales resultaron seriamente dañadas, con excepción de la correspondiente a la UGT, en la que no llegaron a penetrar.
Del barco en construcción partieron gritos que advertían a la policía de que había un muerto. Tras unos minutos de tenso diálogo, el oficial que mandaba a estos últimos dio orden de retirada. Una ambulancia pudo entonces acercarse y trasladar al trabajador al botiquín de la empresa. Un vehículo de la policía municipal le trasladó al hospital de Basurto, donde, tras un infructuoso intento de reanimación, sólo pudieron certificar el fallecimiento de Pablo González, de 52 años, casado y padre de dos hijos, Alberto y Maribel. Esta última, a las puertas del servicio de urgencias del hospital, informó a EL PAIS, entre sollozos, que su padre estaba en tratamiento médico por una dolencia cardíaca.
Nuevos comportamientos
La actuación policial fue brutal. A diferencia con la moderación de que dieron muestras los agentes que intervinieron durante las primeras semanas del ya largo conflicto de Euskalduna, los que actuaron ayer tuvieron un comportamiento absolutamente desproporcionado y hasta provocador, según se puso de relieve en algunas de sus actuaciones.
Los enfrentamientos se iniciaron a las 6,45 de la mañana, cuando entraban los trabajadores a los astilleros. En ese momento, según testigos presenciales citados por Efe, la fuerza pública cargó contra los trabajadores “sin que con anterioridad se produjese ningún incidente y sin previo aviso”. Una tanqueta de la policía derribó la caseta del guarda y parte de la valla de entrada a la factoría.
Una nota del Gobierno Civil difundida a primera hora de la tarde de ayer señalaba que los disparos con fuego real fueron realizados como consecuencia de Ia actitud violenta de un numeroso grupo de manifestantes que cercó a un reducido número de policías, los cuales hubieron de repeler la agresión haciendo varios disparos de intimidación, uno de los cuales alcanzó a Vicente Carril”. Sin embargo, testigos presenciales aseguran haber visto a al menos un policía que, sin motivo aparente alguno -figuraba en la cola de un pequeño pelotón de policías que entraba a la carrera, sin que en las inmediaciones fuera visible ningún trabajador- efectuó varias ráfagas con la metralleta que portaba.
Otra versión asegura que la ráfaga que hirió al trabajador se produjo en el momento en que algunos manifestantes arrojaban diversos objetos, desde el tejado de uno de los pabellones, contra los policías que se habían parapetado tras unos contrapesos navales.
El herido, Vicente Carril Alfaro, de 23 años de edad, presenta una herida de bala en la pared abdominal derecha. El proyectil le fue extraído en una intervención quirúrgica realizada a primera hora de la tarde y, según el parte médico, que califica su estado de reservado, la herida no reviste mayor gravedad.
En el hospital fue también atendido el trabajador Jesús Álvarez, de 32 años, y que, según testigos, fue víctima de una brutal paliza a cargo de un nutrido grupo de policías que le golpearon con las culatas de sus armas. Su estado fue calificado de leve. Igualmente recibieron asistencia en el hospital de Basurto los policías nacionales Agustín Ródenas, que presentaba contusiones generalizadas, y José María Martínez, con fractura de un dedo y heridas con estallido en otros dos del pie izquierdo.
Quemaduras
Por otra parte, en la residencia sanitaria de Cruces fue atendido el trabajador Jesús Hernández Casado, con quemaduras en una pierna, un brazo y el abdomen, que afectan al 22% de la superficie de su cuerpo. Su estado, a media tarde de ayer, era grave. Aunque entre los trabajadores circuló inicialmente la versión que atribuía tales quemaduras al estallido de un bote de humo, otras personas aseguraron que las lesiones sólo tenían explicación sobre la hipótesis de que el trabajador portase, en el momento de recibir el impacto, un cóctel molotov. Una tercera versión habla del estallido, por impacto de una pelota de goma, de unos recipientes de alcohol apilados cerca de donde se encontraba el trabajador.
Todos los partidos vascos con excepción del PSOE y Coalición Popular, conjuntamente con las centrales sindicales, excepto UGT, acordaron en una reunión celebrada a media tarde, exigir la dimisión del gobernador civil. Miembros del comité de empresa responsabilizaron a la policía de la muerte de Pablo González por considerar que la actitud policial retrasó el traslado del trabajador durante unos minutos “que pudieron ser vitales”.
(Fuente: EL PAIS – 24.11.1984)
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