Manuel
Sésar Lloria
El 23 de mayo de 1972 muere en
Carcasona (Languedoc, Occitania) el anarcosindicalista Manuel Sésar Lloria.
Había nacido el 23 de enero de 1887 en Utiel (País Valencià). Sus padres se
llamaban Miguel Sésar y Margarita Lloria.
Obrero metalúrgico, cuando tenía 16
años, se afilió al Sindicato de la Metalurgia de Barcelona (Cataluña) de la
Confederación Nacional del Trabajo (CNT-AIT), del que fue contador durante la
dictadura de Primo de Rivera. En 1939, con el triunfo franquista, pasó a Francia
y fue internado en varios campos de concentración.
Durante la Ocupación los alemanes le
enviaron a trabajar de metalúrgico en una base submarina. Después de la II
Guerra Mundial se estableció en Carcasona, donde militando en la Federación
Local de la CNT-AIT y en noviembre de 1960 fue nombrado contador. En 1968 era
responsable del envío de paquetes y de la prensa. Manuel Sésar Lloria murió el
23 de mayo de 1972 en el Hospital de Carcasona (Languedoc, Occitania) y legó
sus ahorros (2.880 francos) al fondo «Pro España» de la CNT-AIT.
ALEN
CUANDO
MUERE UN HOMBRE DE LA CNT-AIT
Por regla general, muere pensando en
ella y abrazado a ella. La CNT-AIT ha sido su verdadera familia, allí donde se
ha sentido compenetrado y hermanado a miles de otros hombres, con los que ha
compartido goces y dolores, años de cárcel y horas de suprema alegría, cuando
el triunfo nos ha sonreído y ha abierto ante nosotros todas las perspectivas.
Y como la CNT-AIT ha sido su familia más
próxima y más querida, a la CNT-AIT y a los hombres que continúan y continuaran
su tradición y su combate, deja cuanto tiene, si algo posee… A veces probándose
de todo.
Este ha sido el caso del compañero
Manuel Sesar, de Carcassonne, como fue el de Antonio Vidal, muerto en el Hogar
de los Pobres de Hyeres y el de tantos otros que dejan Pro-España sus modestos
ahorros.
Los compañeros de Carcassonne, al
morir Manuel Sesar y cumpliendo sus últimas voluntades, han hecho entrega de
cuanto poseía al exhalar el último suspiro: 2800 francos nuevos entregados en
dos veces.
Ello servirá de satisfacción a cuantos
conocieron a Sesar en Barcelona, en el Ramo de la Metalurgia, del que fue uno
de los más activos militantes, y en Carcassonne donde vivió tantos años,
recibiendo y distribuyendo la prensa confederal y anarquista, siempre activo,
pese a sus muchos años y sus dolencias, cumpliendo fielmente sus deberes orgánicos
con la esperanza indestructible de volver a España, liberada de sus verdugos.
No ha podido volver a ella pero
volverá su recuerdo, unido al de tantos otros muertos en el Exilio, indómitos e
inclaudicantes.
No, no puede desaparecer, no
desaparecerá jamás una organización y un movimiento que tales hombres tuvieron
en su seno, que alimentó y condujo tales personalidades y tales conciencias. Anónimos
o conocidos, los hombres de la CNT-AIT son ejemplares únicos, desgajados de la
cantera de un pueblo que, como dijo Camus, “está condenado a generar héroes”.
F.M.
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