JAMAS LA LIBERTAD SE GANÓ EN LAS URNAS - LOS BIENES MAS PRECIADOS SON LA VIDA Y LA LIBERTAD - EJERCER EL PODER CORROMPE, SOMETERSE AL PODER DEGRADA (BAKUNIN) - SINDICATO OFICIOS VARIOS CNT-AIT PUERTO REAL - LA EMANCIPACION DE LOS TRABAJADORES SERÁ OBRA DE ELLOS MISMOS Ó NO LO SERÁ-

domingo, 15 de noviembre de 2020

JUAN GOMEZ CASAS - OTRO GRAN VALOR DEL ANARCOSINDICALISMO



RECORDANDO: IN MEMORIAM, PRO PRAESENTIA TUA.

Otro gran valor del anarcosindicalismo nos abandona:

JUAN GÓMEZ CASAS (Septiembre, 2001)

Nos dejó en Madrid, el 28 de agosto pasado, después de haber iniciado su viaje por los suelos de la Tierra en el Burdeos francés de 1921, en el seno de una familia obrera y luchadora, con la que vino, en su regreso a España, a la instauración de la II República y donde comenzó sus primeras armas en la lucha social, acompañando a su padre, miembro activo de la CNT, y militando en las Juventudes Libertarias, desde las que, ya a sus 17 años, su impaciencia de luchador le llevó a enrolarse voluntario, durante la Guerra Civil, en la Brigada Mixta 39 y a continuar, después de la derrota, en la lucha clandestina, que se enfrentaba a los horrores de la dictadura franquista, en tareas de coordinación organizativa y producción y difusión de prensa anarquista. En esa brega y siendo Secretario General de las Juventudes Libertarias y del Comité Peninsular de la FAI, cargos para los que había sido nombrado en julio de 1947, en los plenos nacionales de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) y de la FIJL (Federación Ibérica de Juventudes Libertarias), cuando regresaba, en enero de 1948, de una visita al exilio, es apresado y, en julio de ese año, condenado a 30 años de cárcel, de los que cumpliría encerrado más de la mitad. Estos largos años de encarcelamiento, en San Miguel de los Reyes, y en los penales de Ocaña y Burgos, fueron aprovechados por él de la manera más productiva que podría hacerse, en el cultivo de su excepcional inteligencia, durante largas horas de reflexión y aprendizaje, allegando materiales, haciendo ordenaciones críticas de textos y de hechos y disponiendo ideas, planteamientos y discursos, con lo que mejor pudiera servir, y de hecho sirvió, a la clarificación, consolidación y desarrollo del movimiento libertario.

Excarcelado en 1962, pasa, en el mundo del trabajo, por diversos oficios a los que la necesidad le obliga, por el suyo propio de pintor y por el de contable de un hotel madrileño, pero su tarea fundamental, la que en sí llevaba por capacidad intelectual y por vocación y conciencia libertaria, fue la de escribir. En este quehacer, un autodidacta profundo como él no podía por menos de chocar con el intelectualismo academicista del consabido lote de “cascanueces vacías” que, aupados en los consabidos pujos de cátedras imaginarias, le maltrataban críticamente o le “perdonaban la vida” como historiador, si bien otras muchas honestas gentes de la historiografía tuvieron y tienen en una alta estima la labor histórica y sociológica de nuestro Juan.

Como hombre de letras, Gómez Casas se mueve tanto en el campo de la creación, caso de Cuentos Carcelarios, como en el campo de la investigación histórica, de la divulgación y de la traducción, con una considerable cantidad de artículos escritos y más de cien libros traducidos, tarea en la que, con frecuencia, utiliza el seudónimo de Jacques de Gaulle, o en la escritura de prólogos e introducciones a libros de temática anarquista con el seudónimo de Benjamín.

La relación de sus obras podría, salvo error u omisión, rezar así: El ya citado Cuentos Carcelarios (Madrid, 1968), Los desheredados del Tío Sam (Madrid, 1968), Historia del Anarcosindicalismo español (Madrid, 1968), El Apocalipsis (Madrid, 1969), España 1970 (Toulouse, 1970), El Frente de Aragón (1973), Sociología e Historia (Madrid, 1973), La Primera Internacional en España (Madrid, 1974), La Política española y la Guerra Civil (Madrid, 1974), Situación límite (Madrid, 1975), Autogestión en España (Madrid, 1976), España ácrata. Inventario al día (Caracas, 1976, con Carlos Rama como coautor), Los Anarquistas en el Gobierno (Barcelona, 1977), Historia de la FAI (Madrid, 1977), Anarquismo y Federalismo (Madrid, 1983), Los Cruces de caminos (Madrid, 1984), Relanzamiento de la CNT 1975-1979, con un epílogo hasta la primavera de 1984 (Madrid-Paris, 1984), Las horas decisivas de la guerra civil. Nacionalimperialismo y movimiento obrero en Europa, hasta después de la Segunda Guerra Mundial (Móstoles, 1985), Sociología del anarquismo hispánico (Madrid, 1988).

Su tarea de articulista y difusor de ideas es igualmente de una riqueza extraordinaria, como puede constatarse en sus colaboraciones en Cambio 16, en Triunfo, en EL PAÏS, en Sindicalismo, en Historia Libertaria, en Castilla Libre, en CNT, en Espoir, en Frente Libertario, en Solidaridad Obrera, en Tierra y Libertad de México, en Umbral, en La Voz confederal de Rubí. Fue redactor-colaborador de la revista Adarga, cuya temprana, casi inmediata, desaparición truncó una fértil y gran esperanza de muchos confederales convencidos de que constituía un gran proyecto. Colaboró también en La Historia de Abad, en fascículos.

En la década de los setenta, se convierte en el representante más caracterizado y portavoz más adecuado de la CNT, en el crucial momento de su espectacular despegue. Fue el primer Secretario general de la CNT, todavía en los difíciles momentos de una semi-clandestinidad y permisividad limitada (julio-agosto de 1976), y se mantuvo en el cargo, hasta que, por insistencia suya, muy respetuoso él de los plazos confederales, fue sustituido en abril de 1978. Su Secretariado fue profundamente eficaz y feraz en todos los órdenes, presidiendo un gran momento de la Organización en expansión e incidencia social. Fue el Secretariado de los grandes mítines de San Sebastián de los Reyes, de la Plaza de Toros de Valencia y del Montjuich barcelonés, y, asimismo, de aquellas riquísimas Jornadas Libertarias que llenaron de vida, ideas y alegría el Cine Princesa, Las Ramblas barcelonesas y el Parque Güell, en los esperanzadores momentos del julio de 1977.

Su gran clarividencia para el análisis de situaciones concretas, su profunda capacidad de visión para enjuiciar la distancia o relación de los sucesos político-sociales cotidianos con las exigencias derivadas de los principios libertarios y sus tácticas y estrategia, para deducir de ello la posición correcta de la Organización, fue realmente providencial para la CNT, sobre la cual, ante su negativa a la integración en el sistema, da ahora comienzo el gran acoso gubernamental, mediático, no digamos ya eclesiástico y del conjunto de partidos y formaciones que nutrieron la transición y se nutren de la misma: los Pactos de la Moncloa, el crimen de Estado del “Caso Scala”, el asesinato de Agustín Rueda a manos funcionarios de prisiones, las elecciones sindicales como estrategia de traslación del parlamentarismo a la empresa y la consiguiente anulación del protagonismo obrero, las políticas de pactos sociales, el Estatuto del Trabajador, las maquinaciones de Martín Villa en la preparación del socavamiento ideológico de la CNT y de la escisión encaminada a la obtención de una CNT “puramente “sindicalista”, a su medida....

Fue, precisamente en estos momentos, cuando nuestro Juan desplegó una energía indomable, concretada en su comparecencia y enfrentamiento en todos los lugares de la confrontación: artículos de refutación y clarificación, debates públicos, tribunas universitarias, escolares, vecinales, obreras. Prácticamente, toda la geografía del Estado español fue literalmente pateada por Gómez Casas. Desde la Línea andaluza al norteño Bilbao, desde el rincón mediterráneo de Alicante o Murcia a los aires galaicos, fueron muchos, muchísimos los pueblos que escucharon su palabra, las gentes obreras con las que convivió y debatió, y su voz se dejó también escuchar, plena de sentido y rica de orientación, en los ámbitos de la Mutualité parisina o en las tribunas de nuestro exilio confederal de Toulouse o Burdeos. Dondequiera que hubiera CNT y sus problemas, allí estaba Juan.

Una de las facetas de mayor resalte en Juan Gómez Casas fue la profunda internalización de la esencia revolucionaria del anarquismo en general y del anarcosindicalismo en concreto, su fina sensibilidad para percibir cualquier forma de reformismo y para visualizar el crucial peligro que tales apariciones representaban para el ser y el existir del mundo libertario en general y de la Confederación en concreto. Lo fue ya en la detección de la postura correcta durante la escisión de 1945 en el exilio confederal y su repercusión en España, con su adscripción a las Juventudes Libertarias de Centro, de carácter antipolítico y anti-colaboracionista, y con su actitud crítica ante aquellos que, incluso después de la falsa “unidad” confederal fabricada en el Congreso de Lyon (1961), apenas si dos años más tarde y en nombre de la “eficacia”, conspiraban y maquinaban, cerca del ministro franquista José Solís y con Juan López, el ex-ministro cenetista de la guerra, a la cabeza, el pacto de los “cinco puntos”, aquellos cincopuntistas, marginados de la Organización, que poblaron el sindicato vertical franquista por apenas una docena de inútiles despachos y que recibieron, de  propina, una, igualmente inútil, cooperativa de tranvías en Valencia, sin ningún resultado positivo para la clase obrera, sino al contrario, y con gran escándalo de los trabajadores que veían, de este modo, cómo se ensuciaba el nombre de CNT.

Pero oigamos a Juan Gómez Casas, “Juanito”, como, cariñosamente, le llamaban los compañeros de Madrid, enfrentándose críticamente a tamaña maniobra: “Llegaron entonces a mis manos dos números de la revista Comunidad Ibérica, editada por Fidel Miró en Méjico, en los que se hacía una exposición favorable al pacto ya aludido. Creo que ésta se debía a compañeros exiliados, que, desde la lejanía, no comprendían la problemática y daban su visto bueno a algo que, según se les daba a entender desde Madrid, podía contribuir a forzar una apertura del régimen franquista. Ante la confusión reinante, envié un artículo a Fidel Miró...en el que intenté desmontar la argumentación de los favorables al pacto y presenté una visión diametralmente opuesta al mismo...Infería yo que la cobertura y el apoyo incondicional que se daba a aquel grupo [de Madrid] identificado [por los hombres del exilio partícipes en la maniobra] con “la militancia en general”, significaba una grave falta de consideración para los millares de hombres dispersos que jamás confiaron en la colaboración ni en el diálogo apuntado ni en la posibilidad de una democratización espontánea o inmanente de las instituciones franquistas, incluida la organización sindical. La mayoría, que estaba en contra, decía yo, creía que no podía haber garantía en ninguna ley promulgada por el régimen franquista, porque era un flagrante contrasentido que el Estado pudiera “dictar” una ley sindical y que de ese “dictado” pudieran derivar la democratización, la autonomía y la libertad de los sindicatos oficiales” (Los cruces de caminos, 1981, pág. 70).

También hay que resaltar la oposición de Gómez Casas al sindicalismo neutro. Dice él, refiriéndose críticamente a José Luis Rubio, defensor, en la revista Sindicalismo (números 4-5 de julio 1975) del sindicalismo político-reformista: “Dije que parecía cultivar conscientemente la confusión terminológica porque, en realidad, “sindicalismo a secas no quiere decir nada”. Éste puede ser, decía yo, como el actual de España, vertical, corporativo-fascista, o comunista, socialista, anarquista o católico. La gran incoherencia de Pestaña estuvo ya en 1927, cuando intentó hacer de la CNT un continente, es decir, algo susceptible de aceptar diversos contenidos, o ninguno; o lo que es igual, un sindicalismo neutro. Esta incoherencia dejó de serlo cuando, por fin en 1934, Pestaña enseñó sus cartas al crear el partido sindicalista... y fracasó estrepitosamente porque la CNT le volvió la espalda” (Los cruces de caminos, pág. 146-47).

Su honestidad intelectual y su respeto y defensa del ideario anarquista y anarcosindicalista le hizo enfrentarse a prohombres de la historiografía oficial que, al tratar los temas libertarios, deformaban gravemente su sentido. Dice de Antonio Elorza: “En el capítulo [se refiere a un artículo suyo, de Juan, en Triunfo], trato, implacablemente, el tratamiento elorziano, todas sus anfibologías, sutiles deformaciones, errores de interpretación...sus galimatías, al mezclar anarquismo, anarcosindicalismo, sindicalismo revolucionario, sindicalismo a secas, sindicalismo político etc.; su intento implícito de identificar a la CNT con ese sindicalismo a secas, cuando él sabe que las ideas-fuerza del anarquismo están en la CNT y por eso es anarcosindicalismo...” (Los Cruces de caminos, p. 158). O cuando manifiesta, con relación a L. Álvarez Junco: “A pesar de lo curioso del título del libro, A. Junco había escrito un texto aceptable sobre el anarquismo en España y ello le había puesto en cierta manera de moda en el instante mismo de la aparición del libro. Pero, en las numerosas apariciones públicas que haría, con posterioridad, en charlas y conferencias sobre el tema, empezó a marcar una postura crítica y un tanto denigratoria con relación a aquel mismo anarquismo, y ello le valió bastantes enfrentamientos en medios universitarios y culturales.” (Los Cruces p. 160).

Consciente de la utilización instrumental que de los términos libertarios se viene haciendo por parte de algunos, en una interesada práctica usurpatoria que apunta a alcanzar determinados beneficios materiales de carácter concreto, nos dice Juan: “No importa que algunos grupos, que, en el fondo, no son autogestionarios, inserten esa definición en sus programas. Las palabras tienen una dinámica interna que no se puede traicionar. Quienes no puedan explicar o desarrollar, satisfactoriamente, hasta sus últimas consecuencias, el concepto de autogestión quedarán atrapados en sus contradicciones...” (Historia de la FAI, 1977, pág. 299).

La situación de cese de Gómez Casas como Secretario General de la Confederación, en su primer mandato, fue de graves consecuencias por la calidad y comportamiento de su sucesor y por la detección de los “grupos paralelos de afinidad anarcosindicalista”, así como de otros tipos de penetración tanto en la CNT como en la FAI, conspiradores todos ellos en el interior de la Organización y preparadores de la inmediata escisión. Sin embargo, el cargo de director del CNT, para el que había sido nombrado (1980-81), le permitió jugar un papel de relieve en el desenmascaramiento de esta conspiración y en la calificación y definición de la misma. En su obra El relanzamiento de la CNT 1975-1979.- con un epílogo hasta primavera de 1984, desarrolla todos estos gravísimos problemas a los que se enfrentaba la Organización y que, “aunque el tronco de lo que constituye la esencialidad de CNT seguía resistiendo, los embates que le llegaban, uno detrás de otro, la afectaban gravemente”. Tal desarrollo Juan Gómez Casas lo lleva a cabo con esa pulcritud intelectual y ese acendrado espíritu militante que le acompañó en toda su existencia confederal y anárquica. Así, responde, en EL PAÍS de 30-4-79, a las tergiversaciones de Alfons Quintá (corresponsal del periódico), que insiste en la denominación de “anarcosindicalistas” para los autollamados “grupos de afinidad anarcosindicalista”, anunciando ya una escisión inminente, promovida por aquéllos de los que ya, después del Pleno Nacional de Regionales de la CNT, de 30-3 al 1-4 de 1979, que trata la cuestión, en un informe de la Secretaría de Organización del comité Nacional para la comisión investigadora del caso, se dice que “se proponen sustituir el anarcosindicalismo propio de la CNT por un sindicalismo revolucionario de orientación marxista, estrictamente limitado a cuestiones reivindicativas, meramente económicas”. Y recoge, allí, Juan un artículo de Beltza en el CNT nº 27, en el que, refiriéndose a las falsedades de Alfons Quintá y a sus falsos informadores, se hacía eco de la campaña orquestada, en connivencia con la prensa burguesa, que tendía a hacer creer que los por ellos denominados “puros”, o sea, los militantes que defienden la esencia de la Organización, eran un grupo de pasotas y terroristas que querían hacer de la CNT un grupúsculo violento.

 En definitiva, se preguntaba el autor: “¿Por qué tanto empeño por parte de la Prensa en identificar a los “puros” con terroristas y a los “paralelos” con auténticos sindicalistas?” (ver Relanzamiento..., pág. 201). Y veamos ya, por seguir delineando su perfil revolucionario, a Juan hablando de la sesión del viernes 13-12-79 del V Congreso: “Yo hablé de numerosas reuniones que se daban dentro y fuera de los límites del Congreso. Se confirmaba que el Secretariado permanente del Comité Nacional, por completo desentendido, desde la segunda o tercera jornada, de la suerte del Congreso, jugaba sus propias bazas, contactaba con elementos afines, proyectaba en el Congreso las alianzas que, en capítulos anteriores, empecé a referir como hipótesis, pero que ahora ya se confirmaban plenamente. Un grupo de sindicatos, conectado alrededor del Secretariado permanente del Comité Nacional, había llegado con propósitos preconcebidos de hacer prevalecer su visión de las cosas, o, por el contrario, romper el Congreso... Las reuniones por los pasillos y fuera del edificio se concretaron en una acción común definida, el viernes 13 por la tarde...Enterado del propósito que les guiaba, intenté disuadirlos, hablándoles de responsabilidad y de la posibilidad de arruinar el Congreso, pero fue inútil. Estaban dispuestos a llevar a cabo la última fase de un plan previsto de antemano y con anterioridad al Congreso.

Otros hechos posteriores al Congreso así lo confirmarían...Tres días después de abandonar el Congreso los 53 delegados, es decir, el lunes 17 de diciembre de 1979, el periódico Diario de Barcelona publicaba ya una nota suscrita por una “Comisión Técnica Impugnadora del V Congreso”, en la cual se daban las razones de la impugnación. Uno de los firmantes era Francesc Boldú, secretario de organización del secretariado permanente del comité nacional [saliente]. Es decir, se había aplicado, con la máxima diligencia, un plan previsto de antemano. Esto venía a confirmar que la delicada situación de la Organización, en todo este tiempo, con la primera culminación del ataque a los paralelos, no había resuelto, definitivamente, la problemática de la CNT” (Relanzamiento...pág. 228). Y termina Juan, refiriéndose a la pretensión “renovadora” de los escisionistas: “La CNT se ha renovado a sí misma de congreso a congreso, se ha ido enriqueciendo con la consideración de problemas aparecidos al hilo de la evolución y de los cambios experimentados en el mundo. Entonces, ¿qué quiere decir, en realidad, “CNT renovada” o “Renovación”?. ¿No querrá decir justamente lo contrario de lo que pretende?. Porque nosotros sólo podemos avanzar y profundizar en los problemas a partir de la esencialidad o razón de ser profunda de la CNT. ¿Qué quiere decir entonces paleo-anarquismo?. Dado que anarquismo sólo hay uno, no puede haber un anarquismo “renovado” que acepte el Estado o los chanchullos de los políticos, o un anarquismo que, para hacerse aceptar, tenga que renunciar a sus esencias. Este es el caso de CNT”.

Juan, íntimo Juan nuestro, queremos hablarte donde estés o estás, o sea, en el corazón de todos los hombres y mujeres que te han querido y acompañado y te siguen queriendo y acompañando. Juan, querido Juan, queremos conversar contigo, para que la memoria de ti no sea ausencia, puro expediente de células cerebrales pasado a la palabra hueca, sino activa presencia dentro de nosotros. Juan, amigo, ¿qué decirte? A veces, hasta las palabras dan asco. Así que, sólo gracias, gracias por tu luz y por tu ejemplo.

Extraído del libro: Reflexiones para la acción III, págs 121-129 de José Luis García Rúa

No hay comentarios: