12 de octubre: La fiesta del crimen,
la sangre y el expolio
El “día de la raza” de los fascistas
españoles se sigue celebrando para vergüenza de los pueblos del mundo. El 12 de
octubre la desprestigiada y en gran parte imputada por corrupción casta política
española, junto a militares, policías, tricornios, curas, monjas, damas de
peineta, toreros, empresarios “agradecidos” que pagan en sobres y torturadores
buscados por la justicia internacional, celebran su particular fiesta del
genocidio, de la muerte de millones de indígenas en sus particulares
“conquistas” de la cruz, la sangre inocente y la espada.
Se afanan orgullosos, engalanados de
medallas y banderas patrias en destacar el imperialismo español, la dominación,
la esclavitud, el asesinato, el racismo, las torturas, los crímenes, las
violaciones a mujeres, a niños/as, el robo de tierras, de recursos naturales,
de oro, plata y diamantes, para que los inmundos reyes los emplearan en sus
vicios y asquerosas corruptelas.
Empresas multinacionales españolas
siguen destrozando la vida de miles de pueblos originarios, arrasando el
medioambiente, expoliando, asesinando, homogeneizando culturas, explotando a
mujeres y hombres a través de la esclavitud capitalista.
En los tiempos actuales la mafia
criminal del Fondo Monetario Internacional junto a otras organizaciones
altamente delictivas como la Unión Europea, los bancos y otras rapiñas, siguen
saqueando respaldados por gobiernos títeres al viejo continente americano.
En su momento promovieron dictaduras
asesinas a través de golpes de estado con cientos de miles de personas
desaparecidas, financiadas por los Estados Unidos con el beneplácito y
complicidad manifiesta de la Iglesia Católica.
Han institucionalizado el robo
precarizando el empleo, los derechos sociales y la miseria mientras celebran
cada año el 12 de octubre, la conmemoración del holocausto es y será la mayor
humillación sobre los pueblos de la antigua Abya Yala (América antes de Colón),
la tierra mágica que acogió a miles de etnias que cruzaron el estrecho de
Bering desde Asia o vinieron, según recientes teorías, navegando desde la
Polinesia.
Afortunadamente han surgido
revoluciones armadas y democráticas que han logrado parar los pies de esta
mafia organizada, aunque todavía queda mucho por hacer para expulsarlos
definitivamente.
Las empresas transnacionales siguen
controlando el comercio mundial, superando en su capacidad económica a muchos
países, siendo las responsables del proceso de globalización neoliberal, del
actual modelo económico basado en el sometimiento, en el control de los escasos
derechos sociales de los pueblos, matando de hambre a millones de seres humanos
en todo el planeta, generando guerras imperialistas, asesinando, bombardeando a
quien no entra por el aro de sus postulados criminales.
Los pueblos indígenas americanos
siguen sufriendo las malas prácticas de estas empresas, que recurren a todo
tipo de medidas represivas para expulsarlos de sus tierras ancestrales,
invadiendo, destruyendo sus territorios, asesinando a comunidades enteras,
hombres, mujeres y niños/as víctimas de la codicia ilimitada del gran capital.
Etnias como los huitoto, los siona,
los inga, los kofán, los sáliba, los nukad en Colombia; los yuki y los yurakaré
en Bolivia; los yanomami en la amazonia venezolana y brasileña; los wichi, los
toba en el Gran Chaco argentino o paraguayo; los qeqchis, los qanjoba, los
kiches, los kakchikeles en Guatemala, junto a cientos de pueblos masacrados por
las multinacionales del petróleo, la madera y el gas, algunas de capital y
procedencia española, siguen llevando a cabo el expolio que comenzó en 1492,
con la llegada de Colón y el inicio del encubrimiento de América, que ha
significado el mayor genocidio de la historia.
El 12 de octubre y su celebración
huele a muerte de indígenas, a desolación, a crímenes, a torturas salvajes, a
violaciones de los más elementales derechos humanos, a la destrucción de selvas
enteras, a esclavitud, a reyes corruptos, a políticos palanganeros de un
régimen que somete a su pueblo en la actualidad a la peor de las miserias, al
desempleo masivo, al hambre, que oculta y protege a los mayores torturadores
vivos del franquismo, negándose a entregarlos a la justicia argentina para que
sean juzgados por sus aberraciones criminales.
La conmemoración de cualquier
genocidio degrada a todo gobierno, estado o pueblo que lo celebre, aunque lo
disfracen de encuentro de dos mundos, de hermanamiento, de fraterno
aniversario. La sangre que sale de las baldosas de la historia los delata, los
condena a llevar para siempre, por los siglos de los siglos, el estigma de
criminales de lesa humanidad.
FRANCISCO GONZALEZ TEJERA
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