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miércoles, 10 de julio de 2019

MUJERES PRECURSORAS DEL FEMINISMO



Mujeres precursoras del feminismo
Miguel Correas
Hipatia de Alejandría
Revista Orto nº 193 

Hipatia nació en 355/370 en Alejandría (Egipto), cuando este país estaba bajo el dominio del Imperio Romano, y murió en el 415 de N. E. Fue hija del filósofo, matemático y astrólogo Teón de Alejandría. El cual introdujo a su hija en los estudios de astrología, matemáticas y física, etc.; también en las diversas ramas de las ciencias filosóficas. Fue inventora de varios instrumentos relacionados con la geografía y la física. El abogado Sócrates Escolástico la define así: “Había una mujer en Alejandría que se llamaba Hipatia, hija del filósofo Teón, que logró tales conocimientos en literatura y ciencia, que sobrepasó en mucho a todos los filósofos de su propio tiempo. Habiendo sucedido a la escuela de Platón y Plotino, explicaba los principios de la filosofía a sus oyentes, muchos de los cuales venían de lejos para recibir su instrucción”.

Surgen dos preguntas cuando se lee la biografía de la científica alejandrina: ¿Fue Hipatia la primera científica conocida? ¿Fue la primera matemática de la historia en Occidente? La respuesta a esas dos preguntas es negativa, no fue la primera mujer científica de esta parte del planeta Tierra. La primera matemática conocida, a día de hoy, fue Teano de Crotona, la cual participó en la Escuela Pitagórica, y fue esposa del sabio nacido en Samos, el gran matemático y filósofo Pitágoras, considerado el primer matemático puro. La Escuela Pitagórica, caso raro para la época, admitía tanto a hombres como mujeres en sus aulas. Su padre la inició en la teoría de los Ptolomeos respecto a la estructura del sistema solar, en el cual según ellos la Tierra era el centro del sistema y todo lo demás giraba a su alrededor.


Hipatia lideró la escuela neoplatónica del siglo V en Alejandría. Hace unos pocos años se puso de moda el personaje, gracias a la magnífica película de Alejandro Amenábar de título Ágora, sobre la científica egipcia. Amenábar se inspiró en la versión histórica que de ella hizo el divulgador científico Karl Sagan, el cual cometió errores de bulto en su relato sobre Hipatia de Alejandría, ya que no está documentado que Hipatia diera clases en la Biblioteca de Alejandría, o que dicho edificio fuera destruido mientras asesinaban a la filósofa neoplatónica. Ello no quita que la obra de Amenábar es de una gran belleza artística y de un encomiable y riguroso trabajo cinematográfico. La científica alejandrina fue conocida, en vida, por su gran honestidad, su enorme amor a la verdad, que defendía frente a la censura o deformación de esta. A sus clases asistían alumnos (sólo hombres) de diversas religiones y creencias: cristianos, paganos y judíos.

Sus clases eran un ejemplo de diversidad cultural, religiosa y étnica. Así era la Alejandría del siglo V: un gran emporio cultural y económico. Un buen ejemplo del estado de prosperidad material y científica (en sus diversas ramas) fue la construcción de la Biblioteca más importante de la época en todo el mundo (se compraban cientos de libros de variados países y numerosas lenguas), y como reflejo visual de tal prosperidad se construyó, en el puerto de Alejandría, un espectacular faro, que adquirió fama en todo Occidente. Sobre su vida personal se conoce muy poco. Permaneció soltera toda su vida; hay quien lo atribuye a su pensamiento neoplatónico y a su dedicación entera al saber y a la docencia.

En la Alejandría del siglo V se respiraba un ambiente de profunda intelectualidad y respeto. Es pues, en ese ambiente de convivencia religiosa y de amor a la sabiduría donde nace y se cría la gran filósofa Hipatía. Se mantuvo al margen de los conflictos entre paganos y cristianos, lo cual no agrada ni a unos ni a otros. Su posición religiosa y su influencia cultural no era bien vista por el intransigente obispo cristiano de Alejandría, Cirilo. La declaración de la religión cristiana como la oficial del Imperio, hizo que se creara, pocos años después, un clima de extrema violencia en  la ciudad. La campaña de difamación, promovida por el obispo cristiano, contra Hipatia (se afirmaba sin pruebas que practicaba la magia negra y que tenía hechizado al representante del emperador, su alumno Orestes) acabaría con el asesinato de Hipatia a manos del Pedro el Lector y los parabolanos, brazo armado del Cirilo.

La película presenta a Hipatia como una mujer joven, cuando la tesis predominante en la actualidad afirma que murió alrededor de los 60 años. La presenta como enfrentada a los cristianos, cuando hay varias fuentes que demuestran que no fue así. Como he escrito antes, la alejandrina tuvo discípulos de diversas creencias. Uno de sus discípulos más aventajados, Sinesio de Cirene, era cristiano y llegó a ser obispo de Ptolomaida en el año 409. El gobernador al que estaba aliada, Orestes, también era cristiano. Para Sagan, ella fue la última científica de la Biblioteca de Alejandría, cuando no hay ninguna fuente documental que lo corrobore. Ni siquiera que diera clases allí. Su padre, Teón de Cretona, sí era profesor en la Biblioteca de Alejandría. Ya se sabe que la divulgación, aunque sea sobre ciencia, cuando hay intereses económicos por medio, cae en la tentación de edulcorar la realidad histórica. El mercado editorial nos vende versiones poco documentadas con el pretexto de que es para el gran público, la cuestión principal es el número de ejemplares vendidos y los beneficios económicos que ellos reportan a las grandes empresas dueñas de dichas editoriales. Se trata de vender, la cuestión de la verdad es un asunto que no va con dicho mercado.

Es rotundamente falso que Hipatia estuviera en contra del cristianismo ni de ninguna otra forma de religión o espiritualidad. Fue una mujer científica, y eso molestaba mucho al oscurantismo del incipiente cristianismo (fundado en el 303 por el Emperador Constantino), cuyo máximo representante en esa época era el intolerante Cirilo. Este obispo era implacable en la pureza de la nueva religión y atacaba a los colectivos religiosos que no siguieran el cristianismo por él impuesto. Por muchas razones, a Hipatia se le puede considerar como precursora de lo que hoy denominamos feminismo, guardando, eso sí, todas las distancias que sean oportunas.

 En resumen: Hipatia fue una mujer científica (en el más amplio sentido de la palabra), una mujer libre, pluralista, y que enseñaba sólo a alumnos (en esto no era nada pitagórica) de diferentes creencias e ideologías: cristianos, judíos, y, como no, todos aquellos seguían a los muchos dioses helenos. Estaba en contra de todo fundamentalismo, fuera este cristiano, judío, pagano o ateo. Sabemos poco de ella, y lo poco que se sabe es gracias a los escritos de sus discípulos, fundamentalmente Sinesio de Cirene. 

Está documentado que se reunía con sus discípulos en su propia casa para discutir sobre filosofía, matemáticas y astronomía. Hipatia fue una mujer víctima de la intransigencia religiosa, como tantas otras,  a lo largo de los últimos 2019 años, a las que se les ponía la etiqueta de brujas y eran torturadas, quemadas, violadas, lapidadas, en nombre de un Dios “infinitamente bueno y justo”. Tenemos un ejemplo muy reciente de dicha barbarie religiosa: la guerra civil española y la actuación del ejército nacional, católico y fascista y su brutal actuación contra las mujeres cuando llegaba a los pueblos y ciudades de nuestro maltrecho territorio.

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